Hannah Mouncey, rechazada por la AFLW, destaca en el combinado australiano
Jugó con la selección australiana masculina de balonmano y ahora, transgénero, está dominando el balonmano femenino.
Antes de su transición, Mousey jugó para el equipo australiano de balonmano masculino, llegando a jugar los campeonatos mundiales de 2013. Este año, en cambio, Hannah regresará a la cancha del mundial representando a Australia, pero esta vez, en el equipo femenino. Con Hannah, Australia está de vuelta en la búsqueda de una victoria en el mundial que se celebrará entre el 30 de noviembre y el 15 de diciembre de 2019 en Kumamoto.
Callum Mouncey, así se llamaba antes de cambiar de sexo, estaba jugando la clasificación a los Juegos Olímpicos Río 2016 con la selección masculina de balonmano cuando decidió comenzar el tratamiento hormonal. Tras cambiarse el nombre y declararse públicamente como mujer, pidió ser aceptada en la selección femenina para no dejar de jugar en el deporte que había practicado tantos años.
El COI (Comité Olímpico Internacional) le negó su participación aferrándose a sus estamentos, en los cuales se permitía que una mujer transgénero pudiera disputar competiciones femeninas en caso de haber estado sometida a doce meses de terapia hormonal. Aunque los niveles de testosterona de la pivote estaban muy por debajo de los valores establecidos en esos estamentos, Mousey no cumplía la primera regla por tres semanas.
Después de estas dificultades, Hannah cambió de deporte e intentó probar suerte con el fútbol australiano pero debido a su peso, altura y fuerza (características excluyentes según la Ley de Igualdad de Oportunidades Victoriana), se le impidió ingresar en el draft de la Australian Football League Women's (AFLW), el año pasado. Grácias a un permiso especial y a la repercusión que tuvo esta decisión finalmente le permitieron jugar en la Liga de Fútbol Victoriana Femenina (VFLW).
Por el contrario, la AHF defendió que la fuerza y el tamaño de Mouncey no se consideraban una ventaja, sino más bien, solo aspectos que sus oponentes deberían tener en cuenta cuando se enfrentaran a ella en el juego después que la Federación Internacional cambiara de opinión y le permitiera jugar en la selección australiana femenina de balonmano, con la que disputará el mundial próximamente.
Tras toda su lucha, en la que no bajó los brazos en ningún momento hasta conseguir su objetivo, ésta jugadora se ha convertido en un ejemplo de superación, tanto por señalar las regulaciones excluyentes de la AFLW como una forma de avergonzar a las mujeres (transgénero o no) de su cuerpo, como por expresar su opinión sobre la opresión sufrida como deportista transgénero en su país. Este activismo le ha servido para ganar el premio 2018 Victorian LGBT Sportsperson of the Year y para dar a conocer las dificultades que aún deben de superar hoy en día las personas de este colectivo.