Andrei Lavrov, el muro olímpico

Los Juegos Olímpicos, la máxima competición a nivel de selección que todo jugador de gran nivel quiere conquistar. Sin embargo, las oportunidades de ganar una medalla en este torneo intercontinental no son tantas debido a la edad, ya que salvo que se disputen a una edad muy temprana suelen ser 3 las apariciones que tienen los internacionales de las diferentes selecciones.

Pero en ocasiones hay excepciones, casos poco frecuentes que son especiales debido a su singularidad. En esta ocasión el protagonista de la historia es un portero, conocido comúnmente como “el muro”. Andrei Lavrov arrancó su exitosa trayectoria con solo 15 años, pero no sería hasta los 26 cuando disputaría su primera competición de máximo nivel que casualmente eran también sus primeras olimpiadas (Seúl 1988). Y fue llegar a las competiciones internacionales y triunfar, ya que su selección no sufría ni una sola derrota en todo el torneo y lograba el oro. Por aquel entonces el portero defendía los colores de la unión soviética, participando por última vez con dicho país en el mundial de Checoslovaquia (1990).

A partir de 1991 todo cambió, la unión soviética que había sido una potencia en muchos ámbitos (entre ellos el deportivo) desaparecía. Las causas de esta disolución fueron diversas y dejaban huérfanos a sus deportistas, los cuales debían competir con el equipo unificado en las olimpiadas de 1992 (Barcelona). Hasta 12 eran los estados que contaban con algún jugador que formaba parte de este grupo. Pese a esta situación inusual, Lavrov conseguía otro oro olímpico al vencer por dos tantos a la selección de Suecia (22-20), dejando una imagen inusual para la posteridad deportiva.

Fuente: International Handball Federation- IHF

Ya en el año 2000 volvía a unas olimpiadas (Sídney). En esta competición representaba a Rusia, teniendo el portero una edad de 38 años. Estas olimpiadas fueron especiales para el jugador, ya que no solo era el capitán de esa selección, sino que también el abanderado de todo un país. Representaba a una nueva nación, pero el guión volvía a ser el mismo que en 1988 y 1992. Rusia llegaba a la final, de nuevo ante Suecia, y vencía por una renta de dos tantos (28-26).

Tres eran ya los oros que había logrado “el muro” con tres países diferentes, por lo que lograba una heroicidad muy complicada de emular. Sin embargo, su leyenda no se ceñía solo a este hecho. Con 42 años (Atenas 2004) el portero regresaba a unas olimpiadas con Rusia. En esta ocasión se quedaba a las puertas de la final, pero conseguía una más que meritoria medalla de bronce que le colocaba en el trono. Con esta cuarta medalla el ruso se convertía en el jugador de balonmano con más medallas olímpicas. 16 años después de esta medalla el portero sigue siendo el “rey” del olimpo.

Los juegos olímpicos comenzaron siendo un acto de culto a los dioses griegos. Actualmente, los mejores deportistas en esta competición se transforman en héroes similares a los que había en aquellos tiempos pasados. Andrei Lavrov, por el momento, es el rey del olimpo y desde su trono observa a los que por el momento son mortales y luchan por igualar su leyenda.